LA NOBLEZA DEL ROBLE FRANCÉS

La elección de las materias primas determina la barrica o el tonel esperado,
una búsqueda y una atención para alcanzar la excelencia.

 
  • LA EVIDENCIA Y LA QUINTAESENCIA
    DEL ROBLE FRANCÉS...

    En lo más profundo de los bosques más antiguos del centro de Francia, formados por robles a menudo centenarios, se encuentra el punto de origen de nuestra cadena de calidad. Estas tierras ancestrales se encuentran bajo la administración de la Office National des Forêts (Oficina Nacional de Bosques de Francia), según un sistema de certificación reconocido internacionalmente que garantiza la explotación sostenible de los bosques desde 1993. Dependiendo de la evolución de la zona forestal, la ONF determina los lotes que se ponen a la venta cada año, elegidos directamente en el monte por un puñado de fabricantes de duelas bien conocidos y de confianza de nuestra tonelería.
    El roble Francés, de una calidad sin parangón, concentra, en la finura y densidad de sus granos, un dulzor y unas complejidades aromáticas y cromáticas de gran valor para resaltar los aromas intrínsecos de los grandes vinos.
    Las piezas de madera, que serán las futuras duelas utilizadas para fabricar nuestras barricas, cumplen una serie de parámetros muy exhaustivos y exigentes, y se someten a numerosos controles desde que son escogidas por nuestros proveedores hasta que llegan a nuestros talleres, pasando por la fase de secado.

  • RESPETO DEL SECADO NATURAL

    “La naturaleza dicta sus propias leyes y, cada año, nos depara sorpresas y nos da lecciones. Dejemos que haga su trabajo...” Vincent Darnajou.

    En un proceso en el que cada gesto y cada decisión son el resultado de años de experiencia, de intercambios y de conocimientos compartidos, existe aún una parte que se deja al azar. Para preservar hasta el final esta noble materia prima y permanecer en simbiosis con la naturaleza que la confía a nuestro cuidado, seguimos una filosofía y aplicamos unos métodos de secado de la madera que dejan que el tiempo (de 16 a 24 meses) actúe libremente y que los elementos hagan su voluntad.
    El secado natural permite que la madera, compuesta por un 80 % de agua cuando se corta en tablas para duelas, alcance la higrometría deseada, que ronda el 16 %. Gracias a ello, los taninos naturales del roble perderán poco a poco su agresividad y su carácter vegetal dejará paso a una gran variedad de aromas de una riqueza infinita que garantiza la singularidad de las barricas que salen de nuestros talleres. Así pues, todo el arte del tonelero reside en controlar diariamente la evolución de la maduración de la madera y en escoger el instante ideal para entrar en el proceso final de estabilización, al abrigo de los elementos.